Por Luis Alberto González
tw / @decireves
Soda Stereo fue la banda más grande (que
me perdonen el ñoño de HGM y todos los detractores del rock “latino”) de todas
las que ostentaron la etiqueta de “Rock en español”, etiqueta que tiempo
después se le pondría a bandas de dudosa calidad artística y que no se acercan
a la genialidad ni al arriesgue artístico que proponían Cerati y Cía.
Esa etiqueta fue impuesta por la
crítica roquera gracias a un disco que se salía del molde de lo que se supone
es “rock latinoamericano”. Dynamo (BMG 1992) es la placa que sigue al mega
exitoso Canción Animal (Sony Music, 1990) el cual fue un verdadero parteaguas
del rock cantado en el idioma de Borges, así, Dynamo en palabras de Cerati era algo
diferente:
“Luego viene Dynamo (1992) que consistió en tomar Canción Animal y
destruirlo. Es como si a Canción Animal lo hubiéramos metido dentro del agua.
Y, a nivel sonoro, quisimos producir eso; las canciones tenían más que ver con
algo hipnótico. La idea era remixarlo, mezclarlo con algo más dance e incluir
algo más trance en nuestra música. Sé que quienes adoptaron ese disco lo
quieren y a mí me pasa lo mismo.” – Gustavo Cerati, Wikipedia-
Tomando como referencia el trabajo de bandas
como Sonic Youth, Ride (muchos años después Cerati usaría
el intro de Chrome Waves de Ride para la versión acústica de “Un misil en mi placard” en el MTV no tan Unplugged)
y muy especialmente My Bloody Valentine
(algún crítico con harto perico encima se puso a decir que Dynamo era el
Loveless del rock latino) de Dynamo se pueden decir muchas cosas (al fin de
cuentas el periodismo argentino de rock es bueno para los autoelogios) pero es innegable
que este disco tenía un sonido tan adelantado que muchos fans no lo
entendieron.
Si bien en Dynamo el shoegaze es un género explorado con
meticulosidad, no se encasilla en ese sonido sino que se adentra en él y lo expande
al usar sampleos, música electrónica, ambient y distorsiones, por lo que -a
diferencia de la unidad conceptual que permea en Loveless- en Dynamo el sonido
se dispara hacia diferentes direcciones y a pesar de eso todos los temas logran
una unidad coherente, arriesgada y con pocos momentos flojos.
Dynamo abre con la potente y
hasta cierto punto new wave “La
secuencia inicial” que va ligada con el rocanrolero inicio de “Toma la ruta”cuyo
momento cumbre es gracias a las muy buenas guitarras que proveía el finado
Cerati. Pasando estos dos temas sigue el que para muchos es la cima del shoegaze en Latinoamérica: la densa y
reptante “En remolinos”, con una pared de sonido que envidiaría Sonic Youth. “En remolinos” es un tema
con distorsiones mareantes y se une conceptualmente con uno de los hits más memorables
de este disco: la potente y guitarrera “Primavera 0”. Tras cuatro temas donde
prima la guitarra, se adentran en los terrenos de la tranquilidad con
“Camaleon” , que roza los límites bailables. El tema siguiente es “Luna Roja” que
resulta inquietante dado que -a decir de muchos- refleja la preocupación de
Cerati por el tema del VIH. Para el final reservaron “Sweet Sahumerio”: un
apocalipsis que, a pesar de su inicio enigmático (un elaborado tramo de
secuencias electrónicas que se funden con sonidos de oriente), no logra
despegar.
Ese no es el caso de “Ameba” (uno
de los mejores temas de Soda Stereo según su servidor) que funge como preámbulo
de los sonidos de Colores Santos y Bocanada. “Nuestra fe” parece algo lejano
que tiempo después llevaría el nombre de “Raíz”, “Claroscuro” es un rock
electrónico del que se dice que inspiró a U2 para elaborar “Lemon” del Zooropa. Los dos temas
finales (“Fue” y “Texturas”) son discretos pero nada memorables.
En un tiempo en el que los discos
latinos tendían más a los sonidos “autóctonos” o “exóticos”, Dynamo se adelanta
y entra en la cúpula donde se alojan los discos que exudan vanguardia, complejo y con una marca rocanrolera
que se oye en muchos de los tracks. Ahí es donde el mejor Soda Stereo plasma su
huella en la historia del rock en español.
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