Portishead o la dulzura de la melancolía en el Corona Capital
Por Miriam Canales
¿Por qué tuvimos que esperar hasta 2011 en “el
Corona”? Por fortuna, algunas empresas mexicanas todavía tienen suficiente
patrimonio y un poco de cultura musical como para subsidiar festivales con un
cartel de alto octanaje. No solo fue Portishead, también la dinámica Santigold,
los escoceses de Mogwai, los talentosos Editors y los grupos synthpop de
nostalgia británica como OMD. Se le
había criticado desde el año pasado por su giro “hipster” y “poser”, pero más
allá de la actitud de los asistentes y la forma en que vistan o quieran ser
vistos, la música siempre será lo prioritario.
Si en algo se caracterizaron estas dos ediciones es
que tuvieron el buen tino de reunir a bandas legendarias que nunca habían
puesto un pie en este país como Pixies y Echo and the Bunnymen aunque no
faltaron los viejos visitantes como Interpol. Si el año pasado Pixies había
hecho historia con su primera presentación, esta vez Portishead resultó ser un
digno sucesor. “¡Los de treinta para arriba con Portishead, los púbertos
váyanse a ver a los Strokes o a Ximena Sariñana!” Gritaba una y otra vez un
tipo que expelía cannabis eufóricamente.
En el caso de la banda “headliner”, fue hace más de 15
años que su disco debut “Dummy” irrumpió en el panorama musical cuando el
grunge tocaba sus últimos acordes y su rey Kurt Cobain caía derrotado bajo los
influjos de las drogas. En el otro lado del mapa, Inglaterra gestaba nuevos
aires electrónicos como el trip-hop; grupos como Massive Attack Chemical
Brothers, Tricky, Orbital y una incipiente banda comandada por una voz femenina
triste, oscura y a la vez luminosa, demostraban su arsenal. Se trataba de Beth
Gibbons y sus secuaces Geoff Barrow y Adrian Utley quienes después de “Dummy”
(1994) continuaron con “Portishead” (1997) un disco que se asemeja más a un
soundtrack de una película de suspenso. Cualquiera que lo haya escuchado puede
sentir desconcierto y hasta temor por sus letras densas y lóbregas, sus ritmos
claustrofóbicos y desquiciantes…y después de ahí un silencio de once largos
años.
Todos auguraban el final de su brillante carrera, pero
hasta 2008 entregaron su tercera obra.
“Third” es una mezcla de los dos anteriores, pero con un estilo propio.
Siguieron presentes los ritmos industriales y los panoramas grises, pero con
destellos rutilantes como en “The Rip” y “Deep water”…y después de tantos años,
México los acogió en octubre de 2011 en el marco del Corona Capital.
Con puntualidad inglesa, los chicos de Bristol
emitieron los acordes en portugués de “Silence”. Olvídense de las nostalgias
noventeras como “All mine”, y “Only you” que nunca se escucharon, “Third” fue
el disco primordial, así como la discreta presencia de Beth Gibbons. Cantaba
con ojos cerrados y el alma al ras, “Magic Doors” y “Nylon smile”, sintiendo
sus letras directo al corazón. Nunca se mostró efusiva, sólo daba la espalda y
se contoneaba un poco siguiendo el ritmo de sus compañeros Barrow y Utley. Pero su primera obra “Dummy” sí se hizo
presente con las desgarradoras “Sour times”, “Mysterons” y una versión acústica
de “Wandering star”, fría y escalofriante como el viento que soplaba esa noche.
“¡No mames güey!, ¡se están pasando de verga!” Decía
otro tipo a mis espaldas, otro de esos “treintañeros” que seguramente descubrió
a Portishead en secundaria o prepa. En el pináculo del concierto sonaron las
claustrofóbicas “Cowboys”, “Machine gun”, y tras un encore, el momento en que muchas
lagrimas brotaron con “Roads”, una de las canciones más tristemente dulces de
1994. Todo ese viaje con “Dummy” remite a un sabor de boca agrio y suave a la
vez.
Con el cierre en “We carry on”, Gibbons finalmente
esbozó una sonrisa y tuvo el atrevimiento de descender del escenario y acudir a
sus fans. Algunos no sabían si alzar la mano, la cámara, la BlackBerry o hasta
el ipad para captar el momento en Facebook o Twitter. “¡Gracias!” La única y
última palabra en español ¿Había que decir más?
Terminamos felices, Portishead finalmente había
cumplido nuestro sueño, como una nube que se disipaba. Muchos se dispusieron a
retirarse en calma y oportunamente para alcanzar transporte y no perder el
encanto del momento. Otros corrieron a ver a The Strokes, púbertos,
treintañeros ¿Que importaba la edad?
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