Por Ana Gabriela Robles
@harmonykorine_
La
música inorgánica –entera o parcialmente– y su valor es un tema excesivamente
discutido y por lo tanto desgastado. Por
el sólo hecho de hablar de una de las bellas artes, toda opinión que presume
objetividad se reduce a la subjetividad y toda discusión respecto a esto se
convierte en una mera y torpe imposición de unos gustos sobre otros.
La producción musical computarizada pareciera
infravalorada; siempre se le compara con las grandes producciones del siglo
pasado que ahora se han convertido en clásicos (se debe tomar en cuenta que las
primeras experimentaciones con elementos artificiales fueron a principios de
los setenta; muchas de éstas fueron ignoradas en su momento pero retomadas por
público de generaciones posteriores, ejemplo, Kraftwerk).
El
arte y su apreciación son siempre oprimidos por tabúes; las falsas ideas en
torno al arte sólo entorpecen su desarrollo, pero al mismo tiempo, un músico
que comprende los argumentos de cada lado de la discusión, es capaz de producir
material que respeta la estética tradicional mientras saca provecho de la
practicidad y amplia gama de sonidos de las computadoras.
“Mucha
gente suele olvidar que los grandes músicos de todos los tiempos estuvieron
dispuestos a utilizar lo último que les ofrecía la tecnología: el piano, la
guitarra eléctrica, los sintetizadores, etc.”, dice Altúzar, músico de
Monterrey que con un teclado, un controlador MIDI, una guitarra y un micrófono
condensador produce música electrónica, alternativa, progresiva y art rock. Robert
Fripp dice que “La música anhela tanto ser escuchada, que a veces llama a
personajes inverosímiles para que le den voz y oídos”; Altúzar percibe la
música así. Entre sus influencias se encuentra el anteriormente citado Fripp,
Brian Eno y Ralf Hütter, cuyas filosofías musicales lo inspira a crear. Las siete
canciones que Altúzar ha compartido en Soundcloud fueron previamente
seleccionadas; esto se relaciona con la idea de Eno y Fripp sobre que saber
cuándo guardar silencio es tan importante como saber cuándo tocar.
En
su trabajo se refleja su vida: la música que escucha, los libros que lee, ciencia
y las cosas que despiertan su curiosidad. Altúzar busca recrear los paisajes
extraños dentro de su mente por medio de su música, especialmente los paisajes
oníricos. Sus canciones parecen cápsulas de recuerdos o sueños construidas con
una dicción oscura: dentro de su trabajo, utiliza sonidos ligeros combinados
con sonidos pesados que se hiperbolizan con una lírica que por medio de
imágenes y sensaciones presenta ficciones; el resultado es un oxímoron, una
pared en la oscuridad, con rayos de sol entrando por entre los ladrillos.
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