Brian Wilson, una leyenda en la tierra del cabrito y las montañas.

11:01 AM

Por Luis Alberto Gonzalez
@decireves

La historia de la música está llena de leyendas, dichos, verdades, alegrías, tristezas y cosas culerisímas, en el caso de Brian Wilson, su aura mítica viene precedida de por qué la historia no fue justa con él, o quizás él mismo se autoflageló para no ser considerado como lo que es en realidad: un artista de la más alta alcurnia musical.

Corría el año de 1966, me imagino a Brian Wilson con algunos Beach Boys fumando hierba en algún lugar plácido, alguien corre en una tornamesa el “Rubber Soul” de los Beatles, los sonidos que salen disparados de las bocinas y llegan al oído del Beach Boy mayor, quizás embelesado por los sonidos del clavicordio de "In my life", la idea se le incrusta en la cabeza, y al mismo tiempo exclama "¡Voy a hacer el más grande disco de rock!"

“Revolver” y “Pet Sounds” son dos discos seminales en la historia de la música, el primero es un atronador embalaje en el cual suenan potentes rock pops a cargo de la dupla Harrison/Lennon y pop académico y barroco a cargo del Macca, el momento cumbre de ese disco es la espeluznante "Tomorrow Never Knows": dos minutos y medio de sonidos generados en loops a una sola toma, mientras la batería de Ringo Starr suena estruendosa y el Lennon cita al Libro Tibetano de los Muertos.

“Pet Sounds” es un disco más tranquilo, contemplativo y hasta hipnótico, más arraigado a la sensibilidad de un McCartney, que a la explosividad de un Lennon, me imagino a Brian y a los demás Beach Boys tarareando los compases de "Good Vibrations", probando las armonías, a ver cuáles quedaban mejor, decidir si era mejor usar un piano preparado o un clavicordio, en este punto de la historia, Brian Wilson es el líder y el que dice que sonidos van en cada tema, para eso convoca a ese mítico grupo llamado The Wrecking Crew para que traslade todas las ideas de Brian a música, desde su apertura con la esplendorosa y llena de vida "Would’n it be nice" (su intro es un clásico de la historia de la música popular), pasando por preciosidades  como la evocativa "You still believe in me", la sensacional "That’s not me", la evanescente y hasta profética (Animal Collective no sería nada si no hubieran existido los Beach Boys) "Don’t talk (put your head on my shoulders)", la elegancia y exhuberancia de "I’m waiting for the day", los descensos instrumentales en las largas y viajadas light de "Lets go away for a while" y "Pet Sounds", el cover a la caribeña "Sloop John b", a la cual Wilson, Jardine, Johnston y Love transforman en una versión más psicodélica, para llegar al momento cumbre del disco: la celestial y enorme "God Only Knows", que con una instrumentación minimalista, pero al mismo tiempo enorme (wall of sound mediante), transforma una canción de amor en uno de los clásicos de la historia musical del siglo XX.

Pero tenía que abrir la boca el buen McCartney

Unos dicen que fue una frase retadora, otros dicen que en verdad se sentía atemorizado, lo cierto es que el buen McCartney dijo que se sentía muy inspirado al escuchar "God Only Knows", y que se le hacía una enorme canción, que cuando la escuchaba se ponía a llorar, esa canción fue la responsable de que al que mamonamente llamamos "El Macca", se esmerara en escribir (porque hay que decirlo, Macca es el creador de ese concepto), el disco más trascendente de todos los tiempos (con la pequeña ayuda de sus amigos), me refiero claro está, a otra de las piedras colosales del siglo XX: “Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band”.

Escuchó "Strawberry Fields..." Y lloró, le dijo a su novia en turno: "se me adelantaron, ellos hicieron todo lo que yo tenía en mente..."

El inicio de la debacle brianwilsoniana había comenzado.

¿Por qué tanto rollo mareador para poder presentar un concierto, como muchos que últimamente suceden en la ciudad?

¡Pues porque es Brian Wilson! Un hombre que sobrevivió a la década de los sesentas y sus excesos, supo traducir sus sentimientos en composiciones musicales que ya son legendarias, y la cita para ir a verlo era inminente.

una de las pocas fotos que tomé*

01 diciembre 2016, Pabellon M

Me quedé de ver con un camarada de la secundaria y pues llegamos a este auditorio (bonito y funcional), lleno de pura gente high class, haciendo a un lado que casi te cobran por pisar las bonitas instalaciones, pasamos a instalarnos, no sin antes mencionar que la amable chica que nos dio instrucciones para llegar a nuestros lugares, nos comenta que a la gente de la sección que habíamos comprado los estaban mandando a lugares preferentes #win! ¡Primer acierto de la noche! Osease que estábamos a 20 filas de Brian Wilson y Cía, y así, sin previo aviso, con un telón musical de canciones bichboyeras instrumentales, aparecieron de la nada todos los musicazos junto con Brian Wilson (¡encorvado y con tenis!), sin piedad, que nos atascan uno de sus clásicos, la enorme "California girls".

Sonaron clásicos, unos temas que ya conocía y que tienen la marca clásica de las muy trabajadas armonías que los Beach Boys, otros que francamente desconocía, pero eso sí, sonaron "Wildfire", "Dance, dance, dance" (¿Murakami sabe de esto?), el triple disparo de "I get around", “Little Honda" y "Surfer girl", en un momento del evento el tremendo Al Jardine comparó a la ciudad de Monterrey, con la otra Monterey, la de California, y se aventaron "Salt Lake City", "Dont worry baby", el momento glorioso, al menos para mí, fue cuando se chutaron sin piedad "In my room", pieza celestial precedida por el piano de Wilson y unos acordes sencillos, casi jazzeados de la banda de acompañamiento. (Checar el cover que hacen de este portento de canción los chiquillos y chiquillas en el disco “Innocence and despair” de la Langley School Music Project)

Hubo un momento donde Blondie Chaplin (que fue músico de sesión con los Beach Boys y en su currículum pueden leerse cosas que ha tocado con Joe WalshRick DankoDave MasonThe Band y con los Rolling Stones) se aventó un solo con harto distorsor que hizo que Don Brian Wilson pusiera cara de what y se levantara de su piano, en ese momento yo me quedó con cara de ¿? 

Ya cuando avisan que se van y volverán para tocar el “Pet Sounds”, pues todo mundo a la expectativa, ese inter fue celebrado con cervezas y de pasada ver a varios(as) músicos(as) de bandas locales entre el público, incluido el mismísimo Chetes, ante lo cual mi compañero de concierto me soltó la siguiente: "¿Es él que canta la de “Mr. P. Mosh”?" GTFO!

PET SOUNDS MACHINE

Nunca he entendido la necia rivalidad que han querido crear entre esos dos discos, que si el mejor es el Sargento, que si hay 40 discos superiores al “Pet Sounds”, queda muy claro que Wilson de algún modo quedo frustrado al oír los acordes de "She’s leaving home", y otras piezas de ese disco, pero a mi entender, las canciones y el carácter trance e hipnótico de “Pet Sounds” tiene su mérito y el verlo en vivo ejecutando la pieza completa con la ayuda de su banda es un plus espectacular.

Brian Wilson ya no canta con la fuerza de un jovenazo, incluso parece que declama las partes que le tocan, pero la dulzura de su música y la banda que trae, donde se conjugan experiencia y juventud (¡Ay güey! ¡Sonó a canción de Arjona!) hacen que esto se olvide, así se sucedieron los temas, uno tras otro, el carácter íntimo del Pabellón fresa M quedó perfecto para escuchar con buena acústica cada uno de los detalles instrumentales, los cuales van desde la tranquilidad hasta la furia percutiva en el tema "Pet Sounds", donde el güiro sonaba furioso junto con baterías y timbales al por mayor.

Y que presentan a todos los músicos…

El encore fue espectacular, ¿quién no ha sido tocado por esa elegía poderosa llamada "Good Vibrations"? Y la vibra se elevó, ya no dieron respiro, le siguió "Help Me Rhonda", "Barbara Ann", "Little Saint Nick", casi cierran con las guitarreras y divertidas "Surfin USA" (la polémica canción que se fusilaron de Chuck Berry) y "Fun Fun Fun", el final fue emotivo, al dejar solo al buen Brian Wilson tocando la preciosa "Love and Mercy", salieron todos los músicos e hicieron caravana de agradecimiento al respetable, una noche espectacular donde el recinto fresa fue sacudido por un hombre que hizo una obra maestra y punto.

*Va a sonar sangrón de mi parte pero casi no tomé fotos para no entorpecer el hecho de escuchar el disco completo, otra cosa disgustante es la gente que anda vendiendo chelas, nadie las niega pero es un gorro monumental estar moviendose del asiento con tal de ver al artista y no se pele ningun detalle.

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